Discurren los días con aparente monotonía, nada varía, todo se mantiene bajo la misma apariencia y rutina de siempre. No hay cambios que parezcan importantes, solo se presta atención al lento caminar de las saetas de un reloj que caducó en su propio tiempo, los segundos se eternizan cuando más se desea que Cronos acelere su maquinaria.
Atención plena a la salida del sol que marca el inicio de una nuevo día, incertidumbre manifiesta, interrogantes abiertas ante lo que pueda llegar con la luz matutina. Quizá se rompa la rutina o quizá el nuevo día no contenga más que la misma monotonía.
Todo se hace denso y pesado, nada contiene valor real ni tiene importancia, el tiempo se devalúa. Ninguna novedad que altere el orden establecido para la jornada, sencillamente nada requiere la atención, todo se desenvuelve bajo el programado mando a distancia de un botón conectado a la rutina marcada.
El mismo acto de monótona pereza arranca el bostezo hacia el avance del mecánico movimiento cual robot que no se altera y permanece inmutable ante lo que la vida cada día le ofrece.
Es desde la presunción de monotonía desde la que no se advierte que no hay días iguales, que entre rutina y rutina siempre hay nuevos ingredientes a los que atención no se presta, no se sale del círculo vicioso de creer que nada se altera o cambia, que el día a día solo se compone de rutina y monotonía agobiante.
Imagen de la red
Cuando esos estados de monotonía aparecen bajamos la guardia dejando que el tiempo solo pase y no nos percatamos de las pequeñas diferencias que nos acontecen...
ResponderEliminarTus reflexiones, mi querida Marina le hacen un llamado a las mías, gracias.
Mil besitos para tu tarde, corazón mío.
Gracias a ti mi querida Aurora por tus bonitas palabras y tu presencia constante. Me alegra saberte tan cercana.
EliminarBesos todos mi niña.
Que tengas un bonito finde, corazón.