Contemplo desde mi ventana cómo cada tarde el sol va decayendo, languidece y oculta el esplendor que lucía hasta hace apenas un instante tras acolchadas nubes que el cielo le prepara para facilitar su descanso.
Debilitados sus rayos se escurren tras el horizonte que opaca sus destellos, va perdiendo su fuerza en el camino, anticipando con lentitud imperceptible su declive estacionario.
Contemplo, cómo, sin a penas darme cuenta, se apaga lentamente el fuego abrasador que en su mirada ardía durante los largos días de verano. Se hace viejo el astro rey y parece cansado. Paulatinamente, va menguando su tiempo, va perdiendo el vigor con que irrumpió en el estío en un derroche de energía.
Preludio es su lenta agonía del cambio de estación que se avecina. Nueva estación en la que hará desear su brillo y su calor, preparar el cuerpo y el alma para el recogimiento al amparo de sus destellos otoñales.
Veraniegos atardeceres van descendiendo en luz y calor, aflojando la potencia de sus rayos. Guarda reservas el rey Sol para reponer sus fuerzas en los fríos venideros, fundir las nieves y calentar los cuerpos.
Días y noches, mañanas y tardes, color de verano que va agonizando al compás del paso de los días. Un año más atrás quedaron los colores estivales, una nueva estación recoge el testigo, se va abriendo paso un nuevo ciclo.
Imagen de la red
Debilitados sus rayos se escurren tras el horizonte que opaca sus destellos, va perdiendo su fuerza en el camino, anticipando con lentitud imperceptible su declive estacionario.
Contemplo, cómo, sin a penas darme cuenta, se apaga lentamente el fuego abrasador que en su mirada ardía durante los largos días de verano. Se hace viejo el astro rey y parece cansado. Paulatinamente, va menguando su tiempo, va perdiendo el vigor con que irrumpió en el estío en un derroche de energía.
Preludio es su lenta agonía del cambio de estación que se avecina. Nueva estación en la que hará desear su brillo y su calor, preparar el cuerpo y el alma para el recogimiento al amparo de sus destellos otoñales.
Veraniegos atardeceres van descendiendo en luz y calor, aflojando la potencia de sus rayos. Guarda reservas el rey Sol para reponer sus fuerzas en los fríos venideros, fundir las nieves y calentar los cuerpos.
Días y noches, mañanas y tardes, color de verano que va agonizando al compás del paso de los días. Un año más atrás quedaron los colores estivales, una nueva estación recoge el testigo, se va abriendo paso un nuevo ciclo.
Imagen de la red
Preciosa prosa poética la que acompaña a este cambio de estación en tu blog, mi querida Marina. El verano se va, pero nos llega un otoño espléndido como tus letras. Las comparto muy gustosa, mi niña. Besines :)
ResponderEliminarEl otoño viene anunciándose con lluvias y tormentas por aquí querida Mayte.
EliminarMuchas gracias guapísima, siempre tan generosa con mis letras.
Besos y abrazos todos corazón bello.