Me fundo en ti con el mismo deseo de encontrar la calma con que el río al mar entrega sus aguas. Besan mis aguas tu océano y en ti se adentran acortando las distancias en una inmersión hacia el abisal de tu reino.
Me fundo en ti, contigo, en el mismo aire que viaja con el viento, que penetra en mis pulmones, que recorre mi interior y se instala muy adentro. Me fundo en ti, en el enigma indescifrable de tus ojos, en la calidez de tu mirada, en el susurro de tu voz que en silencio y sin mediar palabra me revela tus secretos, en el mínimo movimiento de tu parpadeo, en el más sutil detalle que me descubren tus pensamientos, en las cicatrices que abiertas quedaron y el amor sanó por completo.
Me fundo en ti, en el contorno de tu difuminada silueta envuelta en frescor y aromas de tu esencia. En ti me fundo sucumbiendo al ansiado néctar de tus deseos, me inundo toda de la suave fragancia que tu ser desprende. Te respiro en la quietud de la noche mientras quedo mecida por el sopor del ensueño.
Me fundo en ti, en tu aliento sediento de disfrutar el gozo del momento. Te siento en mí, transmitiendo tu eterna luz en todo mi universo. Todo se agiganta, todo empequeñece, nada importa y todo es relevante cuando rozas mi piel con tu vaporosa forma. Se acunan las palabras sobre un lecho de silencio, se adormece el alma, se aviva el verbo y se hace alma mientras el corazón proclama la más hermosa de sus leyes.
Me fundo en ti sin pensar si seguirás ahí cuando despierte, me acomodo en el fluir de sensaciones que recorre mi anatomía y me libero de las presiones, dejo salir los miedos y los temores, vuelo y vuelo como mágico velo que deja tras de sí estelas de amor iluminando el Universo.
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