ASFALTO

Hierve la ciudad con su trepidante sonido a tráfico continuado.

 Hierve el terreno con vapores alquitranados.

 Perfumes contaminantes transforman el aire

 en partículas suspendidas que lo hacen irrespirable.

 Hierve la atmósfera, 

hierve el cielo confundido con el infierno.

  Hoguera en llamas de distintos fuegos viven sus pobladores asfixiados.

 Fuego de asfalto, fuego a tórrido verano, 

combustión permanente se filtra por puertas y ventanas,

 en prisiones se convierten las edificaciones.

 A cal y canto hay que mantener cerradas las fortalezas,  

búnkers en los que mantenerse aislados,

 burbujas protegidas

 en las que no penetre el fuego que desprende el asfalto.

 Infierno en la mañana con ensordecedor ruido,

 infierno en las tardes

  intercaladas de infierno y veranos de fuego.

 La ciudad se convierte en un lugar inhóspito, 

rezuma a caótico estallido.

 Nervios a flor de piel, 

estados de ánimo que se disparan, 

estrés generalizado pone en alerta el sistema,

explosión de histeria en cualquier momento del día.

Intransitable, irrespirable, 

la ciudad ya no es lugar habitable para los seres vivos,

el asfalto y la combustión se impone en las poblaciones

expandiendo sus dominios,

 destruyendo sus pulmones naturales, 

cercando a sus pobladores

 que  equivocaron el lugar en el que establecieron su destino.

Imagen de la red