TUROFOBIA: Miedo al queso
Las personas que sufren turofobia no pueden ver ni oler un simple trozo de queso. Ya sea de mozarella, cheddar o roquefort, el queso les produce una sensación de malestar intenso. Esto es debido a una experiencia traumática sufrida con anterioridad, usualmente en la infancia.
No podía soportarlo por más tiempo, algo debía hacer para terminar con la
angustia que lo consumía día a día. No soportaba ya entrar en la quesería, sólo
de pensar que era la hora de empezar la jornada rodeado de masas y bolas de
queso y la pestilencia que le acompañaba durante todo el día se ponía a temblar
y a sudar como si estuviera en una sauna.
Aquel
olor, maldito olor a queso, lo asfixiaba y lo peor era que se había obsesionado
de tal forma que no había manera de quitárselo del pensamiento, incluso éste
deprendía el mismo olor a queso. Se le había introducido en la nariz y en el
pensamiento y no olía ni pensaba en otra cosa que no fuera queso. Su ritmo cardíaco
se aceleraba entrando pánico.
Tenía
pesadillas todas las noches en las veía con toda claridad cómo una enorme masa
de apestoso queso de Cabrales cobraba vida propia, lo perseguía y se apoderaba
de su cuerpo engulléndolo mientras no dejaba de burlarse de la expresión de
terror que reflejaba su rostro. Despertaba envuelto en sudor y corría al baño a
mirarse en el espejo para cerciorase de que todavía era persona y lo vivido
había sido otra escalofriante pesadilla. Ese era su día a día, una continua
pesadilla.
Aquella
mañana sonó el despertador y encima de la cama había una gran masa de queso de
Cabrales con una nota adjunta que decía:
SI NO PUEDES CON EL ENEMIGO, FÚNDETE CON ÉL