Esta es la primera vez que participo en un reto de Tintero de Oro del genial blog de David Rubio. Muchas gracias por la invitación, David, es todo un placer y un honor participar con tan grandes autores y autoras.
Por un momento creyó que había muerto y su alma estaba flotando entre nubes de algodones, estrellas fugaces, nebulosas y cometas que le daban la bienvenida afectuosamente con un gran despliegue de luces multicolores en medio de una gama de formas geométricas jamás imaginadas, ni siquiera en sueños habría conseguido crear o idear la belleza que su mirada atónita visualizaba en aquellos momentos.
El espectáculo era de lo más impactante y tuvo que pellizcarse para comprobar que seguía allí, en pie, en lo alto de la cima de la montaña a la que acudió atraída por un pensamiento constante que no podía abandonar, debía subir a la cumbre y descubrir el misterio que se escondía tras los sueños repetitivos e insistentes que durante su vida se habían ido produciendo. Se pellizcó para comprobar que estaba despierta y que no se trataba de una ilusión óptica o de algún tipo de alucinación con la que su mente quisiera tratar de confundirla.
Se había armado de valor e inició el ascenso por el abrupto camino que la condujo a la cúspide de la montaña y allí estaba, postrada de rodillas ante la grandeza que el firmamento le mostraba. Ante ella se abrió un camino de luz indicándole el destino a seguir y sintió que debía impulsarse sobre sí misma e iniciar el vuelo, su vuelo hacia el infinito.
Era tan grande la sensación de plenitud que experimentaba y tanta la placidez que no se lo pensó, nada malo podía ocurrirle, se deshizo de los miedos que la acompañaron durante el trayecto y se propulsó hacia el espacio infinito sobrevolando la inmensidad del firmamento y en su ingravidez se encontró segura y confiada. Se fundió en un abrazo con el Universo y se sintió inmensamente dichosa, estaba en casa, estaba donde la esperaban... y entonces sonrió.
Era tan grande la sensación de plenitud que experimentaba y tanta la placidez que no se lo pensó, nada malo podía ocurrirle, se deshizo de los miedos que la acompañaron durante el trayecto y se propulsó hacia el espacio infinito sobrevolando la inmensidad del firmamento y en su ingravidez se encontró segura y confiada. Se fundió en un abrazo con el Universo y se sintió inmensamente dichosa, estaba en casa, estaba donde la esperaban... y entonces sonrió.