Construyó en su fantasía un castillo sobre nubes de algodones
y suaves pompas de jabón.
y suaves pompas de jabón.
Construyó un mundo de ilusión en el que perderse y encontrarse.
Huir le dictaba el corazón del mundo en que habitaba,
en el que ya no encajaba,
con el que perdió su identificación.
Quiso construir otras realidades,
tender puentes hacia nuevos horizontes,
en el que ya no encajaba,
con el que perdió su identificación.
Quiso construir otras realidades,
tender puentes hacia nuevos horizontes,
escapar y refugiarse donde muere la tarde y se pierde el sol.
Construyó una nave de ligeras plumas que el viento izase sin quebrarse.
Quiso ser pluma y aire al mismo tiempo,
ser brisa y seda danzando con el Universo.
Quiso con sus dedos rozar la estrella más rutilante,
ser parte de su brillo y jugar al escondite tras la estela de un cometa.
Construyó en su imaginario un mundo de perfección,
lejos quedaban las maldades,
exiliados los rencores,
abolidas las armas y las guerras,
abolidas las armas y las guerras,
aislados los pensamientos insoportables.
Quiso componer la más hermosa sinfonía,
latidos del corazón,
latidos del corazón,
tinta color esperanza,
pentagrama de amor
notas gestadas en el alma,
pentagrama de amor
notas gestadas en el alma,
música que el viento sobre la Tierra dispersara.
Ideó en su imaginario alejar la desolación de un planeta ensangrentado.
Inventó con gran ingenio nuevo cromatismo con que pintar su Universo.
Capturó todas las sonrisas escondidas tras las máscaras de lo invisible
y dejó caer,
con su gran poder,
lluvia de sonrisas en países donde reinaba la tristeza.
Construyó con sólidas bases un nuevo mundo
en el que imperaba la nobleza de corazón,
en el que la libertad no era utopía sino estandarte,
en el que no existían fronteras y las puerta permanecían abiertas
para quien libremente irse prefiriera o decidiera quedarse.
con su gran poder,
lluvia de sonrisas en países donde reinaba la tristeza.
Construyó con sólidas bases un nuevo mundo
en el que imperaba la nobleza de corazón,
en el que la libertad no era utopía sino estandarte,
en el que no existían fronteras y las puerta permanecían abiertas
para quien libremente irse prefiriera o decidiera quedarse.
Imagen de la red